El
Concepto de Bien Común
Epigmenio
Jiménez Rojas
En plática previa, abordamos el
concepto de Persona Humana y sus dimensiones. Dijimos que la persona es un
ser de naturaleza dual, material y espiritual, que es consciente de su
existencia, con una identidad única, con inteligencia superior diseñada para
indagar la verdad de las cosas, para descubrir la razón de ser de todo y para
buscar su bien, para buscar lo que es bueno a su naturaleza. También dijimos
que para buscar la esencia de las cosas, la verdad y su bien, el hombre ejerce
la facultad de la voluntad,
característica única del ser humano. Pero para ejercer la voluntad, la persona
necesita ser libre (un prisionero o un esclavo no pueden hacer su voluntad).
Por último, dijimos que la persona es un ser de naturaleza social, no se puede
concebir su desarrollo pleno si no es en relación con los demás, es decir, solo
puede desarrollarse viviendo en sociedad.
Resumiendo, afirmamos que la persona humana es un ser con una vertiente
material y espiritual, con inteligencia superior, voluntad, libertad y
sociabilidad.
Es en la naturaleza social de la persona que interviene el concepto de Bien
Común. Entre otras definiciones, el bien común puede considerarse como el
conjunto de condiciones materiales y culturales, que permiten al ser humano
desarrollarse a plenitud. Otra definición de bien común es: La suma total de
condiciones sociales que permite a las personas, ya sea individualmente o en
grupo, lograr su realización más completa y fácilmente.
Asi entendido, el bien común es el conjunto de cosas materiales que
disfrutamos en común: escuelas, carreteras, servicios de salud, servicios
municipales, pero también las leyes justas, las instituciones de diversa
índole, la historia en común, etc.
Bien común es también el conjunto de cosas intangibles y muy valiosas como la conciencia cívica, los
valores familiares y sociales, el sentido de libertad, el arte, la cultura, las
pirecuas michoacanas, la tradición de
noche de muertos, nuestro idioma, la cocina tradicional, la rectitud moral,
etc, etc. En resumen, todas esas cosas
que disfrutamos juntos y que nos permiten vivir armoniosamente en comunidad,
dándole identidad y sentido a nuestra
vida.
Origen del concepto de bien
común.
Ya en la época clásica griega, hace alrededor de 2,500 años, la vida de los
ciudadanos giraba alrededor de la polis -la
ciudad-
La vida en sociedad en la polis
era fundamental para el ciudadano griego. Simplemente no podía concebir la vida
fuera de ella. De la polis obtenía
todos sus satisfactores y él a su vez contribuía a la fortaleza de la
comunidad. Una de las mayores sanciones para un ciudadano griego era ser
excluido de la polis, ser desterrado
y tener que abandonar su ciudad. Equivalía prácticamente a la muerte. Hay que
agregar que las ciudades en esa época, las polis, eran ciudades-estado. Cada una independiente de cualquier otra ciudad,
con su gobierno propio.
Para Aristóteles, El Filósofo por
excelencia, la formación de cualquier comunidad requiere del bien común, porque
“el fin de la ciudad es la vida buena… por eso debe asumirse que, el objetivo
de la comunidad política es la vida en común y las buenas acciones”. Por esta
razón, nos dice Aristóteles, el bien común se constituye principalmente por las
virtudes, que son los medios más adecuados para que las personas se desarrollen
a plenitud, de acuerdo a su naturaleza.
En la baja Edad Media, Santo Tomás de Aquino concilió y fundió la filosofía
clásica griega, particularmente la filosofía de Aristóteles, -a quien el
aquinatense se refería como El Maestro- con el pensamiento cristiano, dando origen a
la filosofía aristotélico-tomista, principal referente de la corriente filosófica
conocida como escolástica.
Para Santo Tomás, el Bien Común es el fin último de toda acción política,
es decir es el fin de la sociedad, la razón de existir de la sociedad. A la
gestión del bien común deben contribuir todos, tanto los príncipes (los
gobernantes), como los súbditos (en términos actuales, los ciudadanos).
Santo Tomás dejaba bien asentado que
el bien común no es el bien individual, no es el bien de las personas
individuales que luego se suma para obtener un bien total. El bien común es en
cambio el bien de la totalidad, el bien de la comunidad, puesto que el bien del
todo es mucho mayor que el bien de las partes individuales sumado. Siendo un
teólogo, Santo Tomás afirmaba que el propósito del hombre es contemplar y
disfrutar el mayor de todos los bienes: Dios.
El bien común tiene por eso una dimensión material y una dimensión
sobrenatural (espiritual), que coincide con lo que la sociedad necesita para
vivir una vida buena.
En el siglo 20, el florecimiento renovado
del tomismo dio un nuevo impulso al concepto de bien común. Jacques
Maritain, filósofo francés, define su versión moderna de la filosofía tomista
como humanismo integral, que implica
la persona concebida como ser de naturaleza material y espiritual y con una
inclinación instintiva a vivir en sociedad. En Maritain, la persona humana es de manera
natural parte de la comunidad. Esté filosofo del personalismo cristiano dice que
como miembro de la sociedad, la persona está subordinada a la comunidad; pero
la persona humana es mucho más que solo un miembro de la comunidad, dado que
tiene una vertiente trascendente (su vertiente espiritual), la sociedad debe
tener a la persona como su fin. La persona, en la visión social cristiana es el
sujeto, la raíz, el principio y el fin de la vida social y de todas las
instituciones sociales.
Algunas características del
concepto de bien común
La persona busca continuamente lo que a su naturaleza le es bueno, tanto en
lo material como en lo emocional, lo espiritual, lo cultural. Esta búsqueda
ocurre invariablemente en sociedad. No puede ser una búsqueda individual,
aislada de los demás, si quiere llegar lejos.
La vida en sociedad de la persona
-la sociabilidad- no es algo que
escoja a voluntad, no es una construcción artificial. Muy por el contrario, la
sociabilidad es algo intrínseco, le viene por naturaleza, es una propiedad que
fluye de su calidad de ser humano.
Los miembros de la sociedad humana son como partes de un todo, pero no en
el sentido en el que un brazo es parte del cuerpo, pues el brazo no sobrevive
separado del cuerpo, deja de tener la esencia de un brazo porque pierde su
función, para lo que está hecho. En cambio, la persona es un ser subsistente,
porque mantiene intacta su personeidad,
su esencia, aun separado en cierto momento de la sociedad.
El bien común es indivisible, porque el bien que beneficia a cada persona
no puede separarse del bien de otros. El bien común no puede ser apropiado por
alguien en particular, porque es de todos, todo mundo puede acceder a él.
Párrafos arriba dimos el ejemplo del idioma como bien común intangible. Nuestro
idioma no puede dividirse, de él se
beneficia cada persona hablante para comunicarse con los demás. No puede
separarse de otros, porque el idioma es un bien que nos pertenece a todos.
Nadie puede apropiarse del idioma, porque es de acceso universal, todo mundo
puede acceder a la lengua en común.
El bien común tiene la propiedad redistributiva, es decir, los integrantes
de la sociedad contribuyen al bien común, y los beneficios de éste (del bien
común) se revierten sobre sus integrantes, se redistribuye de nuevo entre los
miembros de la sociedad
A partir del periodo conocido como La
Ilustración (siglos XVII/XVIII) y el advenimiento de la modernidad, el
individuo (que no la persona) se convirtió en el centro de la ética política y
social. La característica principal de este individuo autosuficiente, que confía en su capacidad de razonamiento,
es su habilidad para seleccionar los medios para alcanzar los fines que se
propone.
Es ésta la época del desarrollo del liberalismo y el capitalismo en la que
se piensa que el individuo es preexistente a la organización social, y por lo
tanto, la sociedad es un invento artificial, creado, que sirve para que el individuo se defienda
en las etapas en que es más vulnerable, por medio de un “contrato social”. En esta visión, el individuo no tiene otra
obligación que cumplir con los términos del contrato, quedando asi libre para
su iniciativa propia, sin una relación ética o moral con la sociedad, que en
esta concepción es solo un constructo humano. Es la idea que dio origen a los
principios fundamentales del liberalismo económico, la competencia y el afán de
lucro, que desde la óptica liberal es el motor de la economía y de la vida
de las naciones.
Es sorprendente que ideas tan débilmente fundadas como el contrato social, la tabula rasa y la idea de la competencia como motor de la sociedad
hayan permeado tan hondo en las sociedades occidentales modernas. La concepción
de que la persona y la sociedad son cosas distintas y hasta antagónicas, y la idea que la sociedad es una carga para el
individuo y éste establece un “contrato social” para liberarse de esa carga tan
pronto como sea posible, son instintivamente erróneas. Desde el humanismo
afirmamos en cambio que la naturaleza misma del ser humano es social, es algo
intrínseco a la persona humana.
La paleo-antropología moderna prueba que el hombre es un ser social desde
tiempos remotos. Aún en las etapas
pre-humanas del australopitecus hace
3 ó 4 millones de años la organización era social. Representantes más recientes
del género homo como el homo habilis y el homo erectus, especies antecesoras a la nuestra, mostraban ya una
vida social compleja, avanzada, e inclusive ya con capacidad de representación
simbólica.
Otra disciplina científica que muestra evidencia de la vertiente social es
la primatología (estudio de los
primates). Los estudios de los primatólogos mas destacados, como Jane Godall,
muestran que los primates superiores (como los chimpancés) tienen una vida
social bien organizada, difícilmente construida a propósito. Estos animales que
viven en grupos medianos, se reconocen perfectamente entre ellos
individualmente, establecen relaciones de subordinación, de alianza para el
poder, saben quién es quién en su grupo, inclusive quién es hijo de quién y
quién es hermano de quién.
Finalmente, el estudio de la sicología del desarrollo de los bebés muestra
sin lugar a dudas nuestra naturaleza instintivamente social. El bebé en etapas
muy tempranas reconoce la voz de su madre y en seguida de quienes están a su
alrededor, vuelve su mirada a su madre cuando esta se acerca o lo amamanta.
Todo padre ha experimentado que es necesario que el proceso de alimentar a su
bebé esté acompañado de interacción social, para que este muestre interés en
alimentarse, que considere la ingesta de alimento como parte de un juego o
convivencia social y no como un acto mecánico.
Todos estas disciplinas científicas confirman lo que hace 24 siglos ya
afirmaban los sabios griegos, y lo reafirmaron Santo Tomás hace 7 siglos y los
filósofos tomistas contemporáneos: la persona humana es un ser con una eminente
dignidad producto de su naturaleza; es un ser con inteligencia superior,
afectividad, voluntad libre y sociabilidad. La sociedad más armónica posible es
aquella que gestiona continuamente el Bien Común.
Referencias:
http://www.personalismo.org/gelardo-rodriguez-teresa-la-distincion-individuopersona-en-la-filosofia-de-jacques-maritain-como-fundamento-para-la-critica-del-individualismo-liberal/
http://americo.usal.es/oir/opal/Documentos/Mexico/Partidos_politicos/PAN/pilares_humanismo.pdf
http://psicobiologiadelgenerohomo.blogspot.mx/
http://www.jacquesmaritain.com/pdf/07_PER/06_P_PerSoc.pdf
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